La conceptualización de Psicoanálisis Contemporáneo que se describe a continuación pertenece al psicoanalista argentino Fernando Urribarri (Asociación Psicoanalítica Argentina - APA. Revista Zona Erógena) basado en la obra del psicoanalista francés André Green.
"Una pléyade de analistas busca superar los impasses provocados por los reduccionismos y dogmatismos post-freudianos (kleinianos y lacanianos), inaugurando una perspectiva contemporánea que luego de más de treinta años alcanzó su madurez.
"Una pléyade de analistas busca superar los impasses provocados por los reduccionismos y dogmatismos post-freudianos (kleinianos y lacanianos), inaugurando una perspectiva contemporánea que luego de más de treinta años alcanzó su madurez.
Los ejes de este Modelo Contemporáneo abarcan una lectura renovada de
Freud que revaloriza la metapsicología y el método freudiano, la apropiación crítica
y creativa de los aportes post-freudianos y una extensión de la clínica a los
desafíos de los cuadros no-neuróticos.
Se concibe el funcionamiento mental como un proceso
heterogéneo de representación que liga y simboliza las relaciones “en” y
“entre” lo intrapsíquico (centrado en la pulsión) y lo intersubjetivo (centrado
en el objeto y la cultura). La concepción freudiana de la representación se ve
extendida, complejizada, abarcando desde
el cuerpo y el afecto hasta el pensamiento. La representación es definida como la función
básica del psiquismo. La metapsicología contemporánea acentúa la
heterogeneidad, la terceridad, la procesualidad y la poiesis o creatividad.
En el cuadro clínico de referencia la “no-neurosis” (borderlines,
narcisistas, alexitímicos, psicosis blanca, etc) existe un doble frente de
conflictos, simultáneos y escindidos; por un lado un conflicto pulsional entre
el Yo y el Ello y por el otro un conflicto pulsional e identificatorio entre el
Yo y los objetos. El Yo se ve afectado a nivel de su estructura narcisista y en su capacidad de simbolización (blanco de
pensamiento, sentimiento de vacío).
En estos cuadros la trama triangular edípica está fallida.
Manifestándose en diferentes aspectos como una deficiente diferenciación entre
el objeto incestuoso y el objeto de identificación y apuntalamiento, las
angustias de castración y penetración se ven vigorizadas por las angustias de
intrusión y separación. Poseen mayor peso las pulsiones destructivas y los
mecanismos primarios de defensa (escisión, desmentida) que las pulsiones
sexuales y la represión. La sexualidad adquiere una dimensión traumática, más
relacionada con la pulsión de muerte y se considera la potencialidad traumática
del objeto que irrumpe en la constitución narcisística.
Desde la práctica se promueve la
exploración de las condiciones de
posibilidad y los límites de la analizabilidad. Se introduce el concepto de encuadre, destacándose el
encuadre interno del analista y la compleja pluralidad de su funcionamiento
mental en sesión. No corresponde meramente a situación material, sino se
concibe como una función constituyente del encuentro y del proceso analítico;
es institución y puesta en escena del proceso. El mismo posee un aspecto
material y otro simbólico, cuya articulación crea el espacio analítico, que es un tercer espacio que hace posible el
encuentro y la separación entre los espacios psíquicos del paciente y el
analista, delimita un espacio intermedio. La interpretación adquiere un carácter conjetural que permite que el
paciente tenga un margen de juego, que pueda tomarla o rechazarla.
El proceso psicoanalítico está basado
en un modelo contemporáneo triádico:
Transferencia/Contratransferencia/Encuadre. La significación del encuadre el
“polisémico” incluyendo en la escucha la lógica de la unidad, del par, de lo
intermedio, de lo triangular, de lo transgeneracional y del conjunto. El oído analítico
debe estar preparado para escuchar la trama de un discurso polifónico que abarca el polo pulsional y narcisista
hasta la sonoridad del sujeto de la cultura o epocal.
Por ello el Psicoanálisis Contemporáneo
considera al analista un “políglota”,
debe hablar y entender diversas lenguas, con capacidad de escuchar y
comunicarse según los diversos registros, los diferentes “idiomas” en los que
se expresa lo inconsciente. También un analista “multicultural”: con una identidad plural, abierta a la alteridad,
tanto de “otras” culturas psicoanalíticas, como a universos simbólicos más
alejados del de la neurosis. Desde el pensamiento clínico hay una apertura al
complejo campo de lo “no representado”.
Así mismo surge el concepto de contratransferencia integrada o encuadrada.
No es considerada como un obstáculo relacionada con la neurosis del analista y conceptualizada
por Freud, ni como totalizante y un correlato simétrico de la transferencia
como fuera conceptualizada por los post-freudianos, sino que corresponde a un emergente del campo dinámico analítico.
Transferencia y contratransferencia son
un efecto del encuadre. La CT no es una información sino la exigencia de un
trabajo psíquico para el analista. El analista es un archivista de la historia
del análisis, surgiendo la idea de encuadre
interno del analista como una matriz representativa pre-consciente".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario